En lo profundo del bosque donde los árboles se cuentan historias,
comenzó a haber una reunión de los grandes y pequeños árboles para transmitir
la sabiduría que habían adquirido, a todas las generaciones. Los más viejos son
quienes tienen las historias más interesantes en las arboledas y los más
pequeños ponen mucha atención a ellas. Y yo tengo el privilegio de ver y oír lo
que enseñan estos silenciosos amigos.
Los más grandes procuran alcanzarme pero a
través del tiempo aprendieron que estoy demasiado lejos de ello. Aunque fui
creado en el segundo día y tengo más tiempo que ellos esto no me impide en
asombrarme de lo que cuentan.
Un Abeto pide la palabra:
-Hermanos, hace tanto tiempo que esperaba
esta dichosa reunión con ustedes-por su expresión tiene algo importante que
decir- como han de saber nosotros tenemos mucho tiempo aquí en la tierra puesto
que nuestros antepasados nos lo han dicho. Tengo que dejar en claro que el hombre
pecador ha perdido la noción y la razón. Le ponen fin a las grandes hectáreas
de árboles de cualquier tipo.
Los árboles que no tienen problemas con el
hombre pecador alegaban que el Abeto estaba diciendo mentiras e incluso que les
tenía envidia a los hombres porque ellos son mayordomos de la tierra, son los
protectores de ella y de nosotros.
El Abeto no estaba solo el pino, el
sicomoro y otros árboles, quienes el hombre les han perjudicado más, estaban de
acuerdo con la problemática del Abeto. Estaba a favor de ella por que llegue a
ver la destrucción del hombre pero esta reunión era de puras árboles.
Entonces se levantó la Higuera, ella
estaba a favor del Abeto, y nos contó una historia para que vieran hasta donde
ha llegado la maldad del hombre: Cuando era pequeña la Higuera no teniendo más
de tres años en esta tierra logro ver a lo lejos a un niño, este se paseaba
entre las demás hermanas higueras pero unos hombres al parecer de lo peor
tomaron al niño, él intentaba con todas sus fuerzas escaparse de ellos pero no
podía. Los hombres comenzaron a cortar a las higueras y las usaron para quemar
al niño.
La pobre higuera no pudo dejar que el agua
se le saliera y se tuvo que retirar un momento. En cambio el Olivo quien al
igual que la Higuera tomo la palabra:
-Hermanos en lo personal yo estoy de
acuerdo con el Abeto pero tengo algo muy importante que decirte mi querido
amigo no todos los hombres son malvados- toda la asamblea se quedó anonadada
por lo que dijo el Olivo.
-Quiero que nos expliques lo que has visto
hermano- dijo el Abeto.
-Dejen lo aclaro hermanos. Desde la última
vez que nos reunimos había pasado no más de treinta tres años. En ese tiempo
había llegado un hombre pensé que era como los que describió el Abeto pero no
fue así, él venía a orar donde estábamos los olivos y yo llegue a pensar que
venía a cortar leña porque sus manos eran de un leñador. No paso mucho tiempo
cuando otros hombres vinieron por él y se lo llevaron nunca pensé que
extrañaría a aquel individuo pero en el
medio día cuando oía a lo lejos a la multitud
que lo crucificaran pensé: “quien es este hombre para que lo quieran
crucificar”. Tiempo después lo vi en la cumbre de un monte y como los cielos se
estremecían. Entonces pensé que él era
el salvador de esta tierra.
Muchos árboles se les hacía difícil creer
en lo que decía el Olivo y en especial por lo que dijo: “tenía manos de
leñador” y no les cabía en su corteza que él sería el que tendría que venir
para salvar.
Enseguida me fue inevitable hablar ya que
estuve en el momento de la muerte del Hombre, y ver que los árboles (los
incrédulos) no creían lo que decía el Olivo.
-Acaso no ven que yo cuento la gloria de
Dios- dije- crean aún hay esperanza para
el hombre.