jueves, 10 de septiembre de 2015

La banca

Desde que murió el esposo de Doña Esperanza comenzó a tener un hábito de ir a sentarse  los domingos a las bancas que están por la catedral de Chihuahua. Ahí, como muchos de los ancianos daban de comer a las palomas, en ocasiones miraba a las personas y a los niños que le traían recuerdos de cuando era joven con sus hijos. Pero no siempre esos recuerdos eran buenos, la última vez que vio a sus hijos fue cuando sepultaron a su esposo Agustín, supo que ya tenía más nietos y que en un futuro sería bisabuela.
Lejos de que la soledad la invadiera por la gran ausencia de sus hijos en el resto de su vida ella aun veía una esperanza de dar algo de sí para un individuo. La primera vez que se encontró con este niño tarahumara fue cuando él quiso venderle un mazapán, ella a pesar de que no podía comer muchos dulces por su enfermedad le compraba gustosa.
--¿Y a cuanto los das?
-- A cinco pesos cada uno señora.
--Bueno, entonces dame uno.
--Claro.
 El niño Entregándole el dulce a doña Esperanza, ella otorgándole el efectivo por la compra de la golosina. Ella vio que ese muchachito tenía algo especial en su manera de ser, claro no era tan cerrado como otros tarahumaras  que ha visto. Vio que él tenía una manera de ser muy parecida a la su esposo, especialmente en su manera de expresarse con las personas mayores y que al igual que a Agustín ser muy trabajador. Fuese de sol o lloviendo o grandes desveladas  su esposo siempre iba a tener los zapatos reparados de sus clientes, aunque su casa estuviera desordenada o le faltare algo él veía por sus clientes un poco más que por su familia sino fuera por esta actitud sus hijos no hubieran tenido la oportunidad de estudiar, los ingresos eran necesarios para el hogar y siempre procuro tener una buena imagen.
El niño tarahumara demostró parte de esta actitud, doña Esperanza lo noto y disfruto ver a un individuo con esa perspectiva de los negocios. Aunque tiempo después descubrió que el dinero no era exactamente para el niño sino era para la madre de él quien tenía otros dos críos más, el niño nunca se quejaba  le gustaba compartir y de igual manera recibir como dio aunque en su manera de ver el mundo era algo común.
Un domingo doña Esperanza se encontraba leyendo un libro en el mismo sitio por la catedral, en verdad disfrutaba la historia la cual la tenía atrapada: se trataba de una mujer que  conoció a un niño que necesitaba vender dulces para su sustento pero ella sin querer comenzó a encariñarse de él, no era huérfano pero ella hubiera deseado que así lo fuera, ya que hace tiempo había perdido a su hijo, y podría haberlo adoptado. La madre del niño no lo quería porque era un bastardo, siendo la mamá violada a temprana edad y siendo este muchacho el producto de ello. No lo quería porque le recordaba a su violador pero respetaba a la vida y por ello dejo que naciera. Pero, el final de este joven no fue nada agradable él murió por causa de un cáncer en el cerebro el cual podría haber sido detectado sino fuera por la madre que no le proporciono los servicios adecuados. La mujer se entera de lo ocurrido pero la madre del niño, nunca la dejo ir al funeral ni saber en dónde sería enterrado.
Doña Esperanza al ver terminada esta historia soltó una lagrima ella esperaba que el niño fuese amado por aquella mujer, como madre sabe lo que es querer tener hijos pero no fue de esa manera. En eso llegó el pequeño tarahumara y le pregunta:
--¿Qué tiene señora?
--Nada muchacho.
--Créame que veo que si tiene algo.
--Solo un poco de tristeza.
--¿Quiere un abrazo para consolarla? Aunque sea un poco.
-- Claro, gracias.
El niño se le acerca y le da un abrazo algo simple, y abre la caja de mazapanes diciéndole que si le compra otro dulce. Ella asciende aun con unas cuantas lágrimas en sus ojos. Se despide del muchacho por aquella ocasión y espera volver a verle el próximo domingo. Cuando iba cayendo la tarde de aquel día doña Esperanza estaba a punto de irse cuando en esos momentos ve a uno de sus nietos y sorprendida espera a ver con quien viene, se va acercando su hija Clara al niño a quien le sostiene la mano pero el pequeño viendo en dirección a la abuela le señala para indicarle a su madre de que ahí estaba la abuela. Hija y madre se quedan mirando unos momentos, pero Clara agarra fuerte la mano del niño y se va del lugar.
Aquella noche fue amarga para doña Esperanza, siendo desconocida por su hija Clara. Se dijo: “que buenos hijos me salieron, solo espero que mis nietos no sean así”. Su corazón no aguanto a pesar de que era una señora fuerte, la última noche de doña Esperanza.
Habían pasado siete días desde que la mamá de clara había muerto, ella sentada cercas de la banca en donde la vio por última vez, esperó a que pasara el rato junco con el remordimiento que tenía. Su cabeza agachada, sus codos en las piernas y manos en la cara, y sus ojos resistiendo para no llorar otra vez. En eso se le acerca el tarahumara:
--¿Compra dulces?
--No, gracias.
--Pero señora solo uno como cada domingo. Así como la ha hecho cada semana.
--A penas te conozco niño. ¿Cómo puedes decir eso?
--Perdone. Es que se parece a una señora que siempre me compraba dulces.
Clara solo se le quedo mirando unos momentos al niño y este se fue, pensó que él habría conocido a su madre antes de su muerte. Ella y su mamá sí que se parecían a excepción de los años se dirían que son hermanas. Entonces recordando lo generosa que era su mamá corrió tras el niño para comprarle un dulce.


jueves, 7 de mayo de 2015

El semáforo en rojo

Ya hace cinco minutos que Erick Rosas  había salido de su casa para llegar al mismo semáforo de todos los días. Unos días atrás se lo había pasado de largo sin consecuencia alguna, a él no le gustaba esperar en que se pusiera en verde ¿A quién no le gusta esperar un semáforo en rojo? En especial ese en que Erick tenía que ser paciente. Aquel semáforo viejo y algo desgastado por los años estaba en una ubicación para nada favorable. De hecho era el único en su clase, lo colocaron a mitad de la cuadra, así es a mitad de una manzana, usted se imaginará lo que los conductores de la colonia conocida vulgarmente como “tres dedos” soportan cada día por esperar a que ese semáforo se ponga en verde. Fácil sería decir: por qué no se cambia, al fin ya es obsoleto. No es tan sencillo como parece, el presidente de la ciudad de Delicias, Chihuahua declaro a ese semáforo como patrimonio  histórico de la localidad y que no debería desmantelarse ni dejar que interrumpa su servicio. Eso volvió locas de desesperación a las personas de esa colonia. Pero, como todos, Erick ignoraba el semáforo si no había algún policía cerca de aquel semáforo.
Sin embargo, aquel día decidió esperar a que se pusiera en verde, no se sabe que fue lo que le ocurrió pero desde que espero en aquella ocasión no volvió a ser el mismo. Tenía las manos puestas en el volante, cinco dedos en una y dos en la otra, se inclinó en el asiento y dejo que pasara el tiempo. Uno pensaría que es algo ridículo esperar a que el semáforo se ponga en verde de esa manera pero lo que usted no sabe es  que en ese momento, en ese instante de espera; Erick ve como el tiempo se vuelve lento, tan lento que solo se relaja y se deja llevar por esa sensación; paz completa sin estrés ni preocupaciones. Sentía que todo a su alrededor desaparecía por unos momentos pero esos momentos se volvían casi eternos. Cierra los ojos, hagamos lo mismo, su mente entra en un trance de relajación agradable siente que está acostado en agua y solo se oye el silencio de ese momento mágico. Lo ves y percibes que en ese momento te ocurre lo mismo, se va y lo acompañas por un rato pero él llega a un lugar del cual tú no tienes permitido entrar.
Las personas de la colonia “tres dedos” siempre pensaron que Erick era una persona extraña mucho antes de que se volviera un adicto a la espera del semáforo. Pero, cuando vieron que su carro duraba horas en aquel viejo semáforo lo tacharon completamente por loco. Locos tachando locos, ¿por qué digo esto? estas personas fueron las que le quitaron los dedos a Erick pensaron que él era una ladrón; y, en ese lugar tan antiguo  era la manera de controlar los robos. Pero, lamentablemente Erick nunca robo nada. Por eso le llaman vulgarmente “los tres dedos”. Poco le preocupaba a Erick que le quitasen tres dedos, al fin tenía otros siete.

Nunca le pudieron quitar en su espera, él disfrutaba estar en el semáforo. Los policías lo dejaban ahí así evitaban más tragedias para la ciudad. A pesar de lo que el mundo pudiese decir de ese hombre jamás lograrían que se fuera del semáforo en rojo. Ni tú ni yo ni los habitantes de esa colonia lo lograrían. Erick, inmóvil desde hace siete horas; el perro de una vecina se acerca y sin querer huele el hedor que expedía el vehículo motivo más que suficiente para que saliera corriendo.

martes, 28 de abril de 2015

Las dos Ana.


Era cerca del mediodía cuando Ana se enteró que su pequeño hijo Alberto había fallecido. Los vecinos vinieron a consolarla, y si no fuera poco a darle el pésame, en cambio su esposo Alberto veía un cambio en la actitud de Ana pero sin saberlo le ocurrió también a él. Diana – la mejor amiga de Ana- vino del pueblo donde ellas nacieron  para cuidar a su querida amiga y ver su recuperación, mas eso no quiere decir que su esposo no la cuidase sino que le ayudaba de otra manera.
Ellos eran una familia muy bonita pero desde que murió el pequeño todo cambio en esa casa. El lugar a que llamaban hogar se volvió en un manicomio. Ana ya no pudo soportar el dolor y se dejó ganar por la locura o eso creía ella, gracias a la pérdida de su amado hijo. Todo esto se hizo resentir hacia  Alberto y Diana.
Un día antes que sepultaran al pequeño Alberto, Ana decidió salir un momento de la casa pero ella no reconocía el lugar ni a los vecinos ni a su propia vivienda. Alberto estaba observándola desde la ventana y se sorprendió que se estuviese completamente quieta en el mismo lugar, según él, ella iba a salir a prender el carro mientras los demás se alistaban.
-¡Dulce podrías ir con Ana, allá afuera!
-Muy bien, Alberto.
Dulce se acerca a Ana pero esta toda desorientada no la reconoce, no sabe quién es ella. Entonces  Diana le habla a Alberto, él va.
-¿Qué es lo que pasa?- Diana se le acerca.
-No nos reconoce.
-Pero, ¿Cómo es posible?
-Lo veo en su mirada.
Ana se queda inmóvil mientras escucha la conversación pero ella piensa que estas personas tratan de ayudarle a recordar ¿De dónde es? Y ¿Cómo llego a este vecindario?
Así que Alberto se le queda mirando a su esposa y pensó que ella no podría ir al funeral de su hijo,  no sería capaz de reconocerle ni a él ni a ningún pariente. Diana intento en vano aclarar que son amigas. Pero, Ana no pensó lo mismo cuando Diana salió de la casa y al ver que Alberto se le acerco a ella, cree que ellos son esposos. Alberto intenta decirle algo-soy tu esposo, y acabábamos de perder a un hijo- fue en vano, ella vio que esta joven pareja perdió un hijo. Sintió mucha lastima por ellos.
Diana la invito a entrar a la casa para tomar un poco de café, ella acepto. Cuando entro a la casa volvió a ser la misma Ana que conocían, solo que no recordaba lo que ocurrió afuera, fueron algunos momentos muy extraños para todos, Más Diana y Alberto decidieron no hablar de lo ocurrido.
La casa tenía a su lado un pequeño consultorio el cual era donde trabajaba Alberto. Desde el momento en que Ana salió de la casa actuando de esa manera, no como siempre lo hacía sino como otro ser, Alberto comenzó a analizarla. Cuando estaba en la casa era ella misma fue lo que vio, pensó que este lugar, su hogar, era un tipo de refugio para su mente, por su hijo, especialmente porque tenía recuerdos fuertes de él, aunque este yace en la tierra.  Y era lo que le permitía a su conciencia permanecer en esta realidad.
Pero, inesperadamente, ella cambio y él sigue sin saber por qué, cuando Ana sale de la casa cambia su personalidad en vez de ser la esposa cariñosa, amable y comprensiva se vuelve en alguien fría, apacible, un poco descuidada y a veces con una expresión de desorientación, estaba consiente que le sucedía algo pero no sabía lo que era. Veía a los demás, a Diana y Alberto, y se decía -ellos son los que tienen un problema no yo- estas palabras estaban las justificaba por que ellos habían perdido al niño, no ella.
Pasaban los días pero ella no daba señales de recuperación sobre su estado. Diana se fue dejando a Alberto solo con Ana. Ella desapareció de sus vidas.
Un día Alberto se atrevió a confrontar a Ana sobre la verdad. Como lo esperaba ella no lo creyó a pesar de que le dijo el motivo de por qué no salía de casa, ella vio que era así. Sin embargo, ella siguió sin creerle y se atrevió en decirle que dejara de estar con tanto loco que esas palabras que le decían eran poco creíbles. Al ver que su esposa era terca en gran medida espero mejor a la otra Ana.
Cuando salió su esposa fuera de la casa  como era habitual salía a flote la otra Ana. Ellos comenzaron a hablar:
-Hola otra vez- dijo él.
- Hola, hace rato que no nos veíamos.
- Cierto muy cierto- se le queda mirando con una seriedad, esperaba que fuere más comprensible esta Ana-, disculpa Ana tengo algo que decirte.
- Enserio, dime que es.
-Tú tienes una doble personalidad.
-Si claro, y me dirás que también soy científica.
-No, bueno se relaciona. Como te dije la primera vez que nos vimos te dije que eras mi esposa. Y algo te ha ocurrido pero no sé cómo solucionarlo. Créeme llevo tiempo buscando una solución para tu problema.
-Bueno, que te parece si vamos a tu consultorio para platicar más tranquilamente.
-Claro.
Pero extrañamente esta Ana hizo sentar a Alberto en la silla del paciente y ella se sentaba en la del psicólogo. Le aclaro que él era el enfermo que llevaba siete años examinándolo y descubriendo todos sus momentos de su supuesta realidad. Pero en los últimos meses había percibido un cambio radical en su actitud que le hacía ver a ella como su esposa y que había creado a varios personajes. Solamente le siguió el juego porque era solo un paciente muy interesante.

Fin.

miércoles, 15 de abril de 2015

Poema 1

Por un pétalo de dalia que arranco
Es un sueño o un recuerdo
De lo que vivir contigo quiero,
Lo deseado es puro, y no vil pecado.

Tres veces abrasarte querida
Y tres veces besarte en tu boca chica.
Pero es lo mismo, cada día, lo mismo,
Sólo un saludo y un abrazo de amigo.

No es lo que deseo, y siento frío
Al ver que no estamos de acuerdo
y ver que el amor no esta surgido.



miércoles, 18 de marzo de 2015

El refrigerador y el gato.

Se abre la puerta del refrigerador dejado salir el aire frío y un poco de olor a pescado. Por un instante el gato me mira con cara de hambriento pero no me dejé engañar, el pequeño animal es un glotón de primera. Siempre que se abre el refrigerador se acerca a él con esa cara de hambriento. Lo miro y pienso que claramente sabe que en el refrigerador es donde guardan los pescado que tanto nos gustan.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Yo no soy un pájaro

Señor, yo no soy un pájaro por que no sabría que lo soy.
Mamá, jamás podre ser un pájaro, porqué me cuidas, me alimentas y me amas.
Papá, acaso no vez que no soy un pájaro pero insistes en que lo soy.
Hermano, comprende nunca lo seré, no soy libre como ellos.
Novia, mírame bien ¿Qué ave podría ser? no soy ninguna, no soy nada.
Amigo, ve no puedo volar, no  sé como hacerlo, no soy un pájaro libre, estoy encerrado.
Amiga, escucha no puedo cantar como ellas ni el pájaro en mi lo comprende.  

lunes, 9 de febrero de 2015

Mi monstro de la cama

Nunca fui un niño normal. Siempre llegaba de la escuela a la casa inventando cosas mi padre decía que tenía mucha imaginación pero mi madre nunca compartió aquella opinión. Cada vez que se me ocurría una bella historia ella la apaciguaba con sus labores o peor aún me ignoraba, extrañamente siempre necesitaba que alguien me escuchara cada vez que mi pequeño globo de imaginación explotaba.
En estos pequeños cuentos era capaz de mezclar pequeños mitos griegos con nórdicos, me gustaba estas clases de lecturas. También les agregaba un poco de hadas o duendes, y estos pequeños bribones constantemente se salían con la suya pues ellos un día me robaron un calcetín.
-Madre, los duendes se robaron mi calcetín.
-Sebastián, déjate de tonterías y ven mejor a ayudarme- prefiere trabajar y nunca escucharme así es ella, siempre lo ha sido.
Estaba sentado en la sala de la casa esperando a que mis padres terminaran de alistarse porque era noche familiar. Pero, vi debajo de la vieja mesa una extraña mano que salía más no era una mano común sino tenía pelo algo excesivo, garras creo que era eso, era demasiado grande aquella mano y además tenía un dedo de más, por un momento creí que alucinaba pero no fue así esta se movía y cuando escucho la voz de mi madre esta desapareció tras la mesa.
Cuando partimos olvide casi en su totalidad lo que había ocurrido antes de irnos pensé que mis padres me tacharían de loco. Sin embargo, cuando termino la cena y llegamos a la casa voltee hacia la mesa donde vi la mano esperando volver a verla no hubo nada ahí.
-¡Buenas noches! Sebastián, que descanses.
-Igualmente padre.
-Que descanses Sebastián.
-Gracias Mamá.
-Sebastián, que sueñes con tus propios monstros- hubo una pequeña risa entre todos a mi padre le encantaba decirme esto cada noche antes de dormir.
-Claro Papá.
Ellos cerraron la puerta de mi cuarto, todo se veía oscuro en su totalidad excepto por un pequeño haz de luz que iluminaba parte de mis piernas me quede rato mirando esta pequeña luz que reflejaba la luna del sol. Cuando percibí que la luz desapareció pensé que lo mejor era dormir pero recordé que no era temporada de lluvia todo estaría despejado, voltee hacía la ventana pero la oscuridad me impedía ver que más había, esto se volvió más extraño por que escuche respiraciones que no eran las mías.
-¿Quién está ahí?- me arme de valor porque desconocía la persona o cosa que estaba tapando la luz.
-Dije ¿Quién está por ahí?- se calló la otra respiración y solo se quedó la mía.
-¡Amigo o enemigo!- se me ocurrió esto a la mejor el otro individuo estaría asustado como yo.
-Amigo- escuche esta palabra la cual me alivio al saber que era alguien bueno.
- Bueno amigo, deja prendo la luz para verte.
-¡No!- grito
-¿Qué pasa?
-No la prendes esta hace que desaparezca, y además no queras verme.
-No te creo eso de que desaparecerás y el no querer verte eso es ridículo ni que estuvieras tan feo.
-Créeme niño no lo queras saber.
-¿Saber qué? – Se quedó callado- dime ni que fuera tan grave.
-Te lo diré pero no prendas la luz.
-Está bien, tienes mi palabra.
-Soy un monstro.
-¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
- Así es mocoso, créeme lo sé porque he vivido más tiempo que tú.
-¿Qué edad tienes?
-Más de los que podías contar.
-Pensé que serías un monstro amigable.
-Dime niño que monstro en la historia ha sido amigable.
- No sé, la verdad lo desconozco pero puede que un autor lo haya hecho realidad. Espera ya recordé Oscar Wilde tiene un monstro, bueno era un gigante que era muy egoísta pero se volvió amable con todos.
- Pero ese era inventado.
- Entonces, tú ¿Qué eres? real o inventado.
-Calla niña, solo vine a descansar por esta noche debajo de tu cama.
-Y por qué no te quedas conmigo me hace falta una compañía en esta noche, cada niño necesita un monstro de vez en cuando.
-¿Por qué no me tienes miedo?
-¿Por qué debería tenerlo acaso no me respondiste amigo? Así es como te veo, o me mentiste.
Lo que no sabía era que mi amigo el monstro estaba llorando tardo en responderme pero al final me dijo:
-Bueno niño, te dejare dormir y quisiera dormir de igual manera mañana será un día muy atareado.
Apenas amaneció y me fije de debajo de mi cama pero no había nada. Entonces pensé que él se había ido con los primero rayos de luz como me dijo que desaparecería con solo estar expuesto a la luz. Me levante de mi cama y fui a almorzar con mis padres pero en la puerta de mi cuarto encontré una carta la cual era dirigida a mí por parte del monstro solo decía:
-Te espero en la noche pequeño Sebastián- sonreí.




martes, 3 de febrero de 2015

Día nublado

Veo por mi ventana el día nublado,
Las rosas tristes, y el sol escondido
De la tierra, esperando el momento
De sonreír al humano.
Sea de mañana,
Sea de noche
Este día siempre
Esta nublado.
Al parecer está ocultando algo
Tal vez es un día dichoso para el que peca
Porque aparenta estar oculto de Dios.
¿Qué espera el hombre con que este nublado?
La lluvia recia, el agua para el desierto
Pero es poca la que se queda y mucha la que se va.
¿Qué espera el hombre con que este nublado?
La esperanza de un día bueno pero este
Siempre pasa,
Siempre lo ha hecho.

miércoles, 14 de enero de 2015

Alegría

¡Alegría! ¡Alegría!

En dónde te has metido,
Que te espero con ansias,
Que vengas conmigo.

Pero si no quieres,
Vendrá tristeza.
Pero si no quieres,
Vendrá soledad.

Las cuales yo aborrezco,
Y sin saber las merezco.

He aprendido que hacen lo malo
Pero sin dejar de ver lo bueno,
Enseñándome a ver lo claro
En los momentos enlutados.

¡Alegría! ¡Alegría!

Llego el momento de verte
En el demacrado rostro del espejo
Del cual se tambalea la vida,
Sin aviso ni compasión te dejo.
Alegría te has ido bella mía.

Alegría a dónde has ido
Que no te encuentro.
Alegría porque te has ido

Sin terminar el cuento.

lunes, 12 de enero de 2015

La reunión de los árboles

En lo profundo del bosque  donde los árboles se cuentan historias, comenzó a haber una reunión de los grandes y pequeños árboles para transmitir la sabiduría que habían adquirido, a todas las generaciones. Los más viejos son quienes tienen las historias más interesantes en las arboledas y los más pequeños ponen mucha atención a ellas. Y yo tengo el privilegio de ver y oír lo que enseñan estos silenciosos amigos.
Los más grandes procuran alcanzarme pero a través del tiempo aprendieron que estoy demasiado lejos de ello. Aunque fui creado en el segundo día y tengo más tiempo que ellos esto no me impide en asombrarme de lo que cuentan.
Un Abeto pide la palabra:
-Hermanos, hace tanto tiempo que esperaba esta dichosa reunión con ustedes-por su expresión tiene algo importante que decir- como han de saber nosotros tenemos mucho tiempo aquí en la tierra puesto que nuestros antepasados nos lo han dicho. Tengo que dejar en claro que el hombre pecador ha perdido la noción y la razón. Le ponen fin a las grandes hectáreas de árboles de cualquier tipo.
Los árboles que no tienen problemas con el hombre pecador alegaban que el Abeto estaba diciendo mentiras e incluso que les tenía envidia a los hombres porque ellos son mayordomos de la tierra, son los protectores  de ella y de nosotros.
El Abeto no estaba solo el pino, el sicomoro y otros árboles, quienes el hombre les han perjudicado más, estaban de acuerdo con la problemática del Abeto. Estaba a favor de ella por que llegue a ver la destrucción del hombre pero esta reunión era de puras árboles.
Entonces se levantó la Higuera, ella estaba a favor del Abeto, y nos contó una historia para que vieran hasta donde ha llegado la maldad del hombre: Cuando era pequeña la Higuera no teniendo más de tres años en esta tierra logro ver a lo lejos a un niño, este se paseaba entre las demás hermanas higueras pero unos hombres al parecer de lo peor tomaron al niño, él intentaba con todas sus fuerzas escaparse de ellos pero no podía. Los hombres comenzaron a cortar a las higueras y las usaron para quemar al niño.
La pobre higuera no pudo dejar que el agua se le saliera y se tuvo que retirar un momento. En cambio el Olivo quien al igual que la Higuera tomo la palabra:
-Hermanos en lo personal yo estoy de acuerdo con el Abeto pero tengo algo muy importante que decirte mi querido amigo no todos los hombres son malvados- toda la asamblea se quedó anonadada por lo que dijo el Olivo.
-Quiero que nos expliques lo que has visto hermano- dijo el Abeto.
-Dejen lo aclaro hermanos. Desde la última vez que nos reunimos había pasado no más de treinta tres años. En ese tiempo había llegado un hombre pensé que era como los que describió el Abeto pero no fue así, él venía a orar donde estábamos los olivos y yo llegue a pensar que venía a cortar leña porque sus manos eran de un leñador. No paso mucho tiempo cuando otros hombres vinieron por él y se lo llevaron nunca pensé que extrañaría a aquel individuo pero en  el medio día cuando oía a lo lejos a la multitud  que lo crucificaran pensé: “quien es este hombre para que lo quieran crucificar”. Tiempo después lo vi en la cumbre de un monte y como los cielos se estremecían. Entonces pensé que él era  el salvador de esta tierra.
Muchos árboles se les hacía difícil creer en lo que decía el Olivo y en especial por lo que dijo: “tenía manos de leñador” y no les cabía en su corteza que él sería el que tendría que venir para salvar.
Enseguida me fue inevitable hablar ya que estuve en el momento de la muerte del Hombre, y ver que los árboles (los incrédulos) no creían lo que decía el Olivo.

-Acaso no ven que yo cuento la gloria de Dios- dije- crean  aún hay esperanza para el hombre.

lunes, 5 de enero de 2015

el corazón enjaulado

Encerrado esta
Como Paloma.
El  encanto
De la bella Jazmín,
Libre es
Pero no lo será.
El corazón enjaulado,
No ve por sí,
A quien lo ha

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