viernes, 21 de noviembre de 2014

“Los chico con los pantalones rotos”


Aquella mañana yo había llegado muy temprano a la escuela, era en verdad extraño que yo llegara así de temprano a la escuela pero por el trabajo de mi mamá tuve que llegar temprano.
Lo único que me molestaba por estar temprano en la escuela era que sabía que mi contrincante, Ángel, estaría ahí porque siempre fue el más madrugador del salón. El lado bueno de llegar temprano fue que pude ver a Rebeca de quien ángel y yo Esteban estábamos enamorado.
Cuando llegue ala salón de clases me tope a Ángel, él estaba sentado en su habitual butaca, no me digne en dirigirle la palabra sino que lo ignore como siempre lo hacía. Fui y me senté en mi lugar y saqué mi libro de “cuento de amor, de locura y la muerte de Horacio Quiroga y proseguí a leerlo. No tardo mucho mi enemigo en sacar sus propios libros.
Termine de leer el cuento de  “la gallina degollada” cuando ella llegó. Levanto la vista y ella nos sonrió a ambos, siempre fue muy amigable con todos. Rebeca se sentó enfrente de mí y me pregunto qué era lo que leía, yo le dije que eran cuentos de Quiroga, me pidió el libro y vio parte de su contenido –pensé que ella conocía a este escritor-  e inspeccionaba cada parte del libro. Ella me dijo que nunca había oído hablar de Quiroga, esta respuesta me decepciono mucho sobre ella.
Ángel se levantó de su lugar y le mostro a Rebeca el libro que estaba leyendo, creo que escucho su comentario sobre el desconocimiento de Quiroga -la estará probando, pensé- algo que siempre he sabido de Ángel era que, al igual que a mí, le encantaba la literatura. Rebeca vio el libro de Ángel e igual que el mío lo examino detalladamente por mi parte yo lo reconocí de inmediato eran algunos cuento de Tolstoi. Nunca pensé que mi enemigo le gustara a ese autor. Ella dijo que tampoco había oído hablar de Tolstoi. Ángel y yo nos quedamos impactados por su respuesta.
-Entonces ¿Qué es lo que lees Rebeca?- dije
- A mí me gusta…
En eso le interrumpe su mejor amiga Ana. Ella se la lleva a fuera del salón dejándonos con la duda.   
Nunca pensé que ella desconociera a estos grandes escritores por lo visto solo tiene cara bonita pero muy poco cerebro.
Ángel se me quedo mirando y me dijo:
-Oye Esteban
-¿Qué pasa Ángel?
-Creo que pensamos lo mismo que ella- me sorprendió que no le dijera por su nombre siempre lo hacía- no sabe nada de literatura.
-Tranquilo no la juzgues antes de tiempo
-Tienes razón pero este comienzo no me ha gustado.
- Ni a mí pero que le podemos hacer a ambos nos gusta, ¿No?
- Cierto por lo visto solo es una cara bonita.
Cuando nos levantamos de las butacas en las que estábamos sentados me percate que a Ángel se le había roto el pantalón, no me pude aguantar la risa y el voltio diciéndome qué es lo gracioso, le explique lo que le había pasado en su pantalón pero para mi sorpresa el mío estaba igual. Tuvimos que ir con la trabajadora social para que no ayudara con este problema.

En lo que íbamos con la señora Rebeca se nos acercó pero como teníamos prisa y no queríamos que nadie se percatara de este incidente no le pudimos responder ni hablar con ella. Así nunca supimos que fue lo que le gustaba leer a ella ya que nos estuvo ignorando gracias a este incidente nuestro. Pero hice un amigo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

La abuela en el sofá

Si tan solo hubiera sabido que no era mi abuela, no la habría asesinado.
Donde vivía la abuela, era un fraccionamiento muy agradable, las personas se conocían y no había mucho de qué preocuparse. La presidencia del municipio de Chihuahua, México. Enviaba  tres días a la semana a una patrulla. Lo cual daba una apariencia de seguridad en este lugar. Una apariencia de que no pasa nada, nadie hace nada. Pero en un momento tenía que ocurrir algo.
Ella era de mucho dinero de hecho todos sus vecinos eran de buenos empleos: abogados, políticos, médicos eran entre este grupo de personas que se encontraban en la colonia. Pero a comparación de los demás la abuela era modesta, ellos poseían grande casas hermosas y bellos jardines de flores.
Pero la casa de la abuela era sencilla a comparación de las otras casas. La casa era de dos pisos, color blanco y completamente de madera, tenía un sótano, las puertas y ventanas tenían unas pequeñas decoraciones de flores. El jardín frontal de la casa tenía gran variedad de flores; jazmines, rosas, petunias y girasoles, el patío trasero poseía dos grandes manzanos pero el recuerdo que tengo de esta casa no era tan bello como se cree.
Mi padre vivió en este lugar en la década de los sesenta, él tenían apenas unos diez años, yo llegue veinte años después a la edad de cinco años más regrese a este lugar catorce años después.
La abuela poseía un carro Chevrolet para ser más específicos pero solo lo usaba cuando tenía que ir al doctor o de compras. El interior del hogar era muy antiguo, aún conservaba algunos objetos coloniales y otros de la revolución. Eran herencia de sus abuelos.
Como de costumbre la abuela iba los jueves al mercado por los víveres. Ese día yo había llegado a la ciudad y me disponía a visitarla.  Cuando llegue a la casa ella aún no se encontraba pero sabía que siempre guardaba una llave en una de sus masetas. Entre a la casa, deje una bolsa con cuerdas que era para ella, en la mesa de la cocina.
Estuve observando el interior de la casa era casi la misma a la de mis recuerdos infantiles pero en este lugar había malos recuerdos de mí y mi hermano. En una ocasión mi padre sufrió lo mismo que yo, la opresión y el castigo que era sometido por la abuela lo traumo el resto de su vida. Nunca entendí por qué nos llevaba con ella. Pero lo que a él le haya pasado en su estancia nunca imagino  lo que le haría a sus hijos.
Paso media hora  desde mi llegada a la casa. De repente escuche que un carro se estacionaba afuera, me asome por la ventana y era  la abuela. Espere pacientemente hasta que ella se bajara del carro y llegase a la puerta, entonces yo abrí la puerta y la abrase. Ella se asustó,  intento zafarse de mi abraso pero no se lo permití, con algo de forcejeo la lleve a la sala y la senté en el sofá. Estaba muy aterrada. Le dije:
-Tranquila abuela, soy Óscar. No tienes de que preocuparte.
Seguía sin reconocerme. Solo oía su respiración entre cortada por el miedo. Volví a intentarlo:
-¡Abuela, mírame bien! No me reconoces. ¡Soy Óscar! Tu nieto- su rostro no daba señal alguna de reconocerme. El temor aun la agobiaba.
-¿Quién eres?- fue lo que dijo aunque casi no captaba su voz-¿Qué haces en mi casa?
Sus palabras me calaron mucho hace tanto tiempo que no nos veíamos para que me despreciara, bueno siempre lo hizo.
Me enfade mucho con ella porque no me reconocía. Pero mi mente empezó a recordar lo malo que ella fue conmigo. Me dije –creo que se ha olvidado de mí-pero en esos momentos no le di importancia ya que tenía algo más que hacer.
Fui a la cocina por las cuerdas que había traído, regrese a la sala y comencé a atar a la abuela pero no me había dado cuenta, en eso que fui a la cocina, me traje en una de las manos un cuchillo. La abuela estaba muy atenta por esta arma, nunca se dio cuenta que la ate con las cuerdas, estaba alerta, aunque el cuchillo solo lo deje en la mesa. Creo que nunca imagino lo que le pasaría.
Mire el reloj, ya eran la diez de la noche había pasado una hora desde mi llegada. Esta hora trajo a mi memoria recuerdos: en una ocasión, aunque si mal no recuerdo fueron varias veces, la abuela me encerraba en el sótano de su casa toda la noche sin ningún motivo solo ella era malvada conmigo y mi hermano. Volteé hasta la puerta de ese lugar maldito deseando que desapareciera.
-Abuela te acuerdas de ese lugar- no respondió- yo sí  y Carlos también pero él ya no está con nosotros.
Tome el cuchillo y me acerque a ella, veía como temblaba, le repetía las mismas palabras que me decía cuando me encerraba:
-Todo saldrá bien,- nunca fue verdad-esto es por mi bien al fin me librare de ti.
Posiblemente estas mismas palabras se las decía a mi antecesor pero yo concilie la venganza esperada hace tanto tiempo por cada uno de nosotros.
No tenía la menor idea de cuánto tiempo tardaría en desangrarse, solo espere a que dejara de salir la sangre. Esto se me hizo eterno. En eso vi que ella intentaba hablar pero el pequeño corte en su garganta se lo impedía. Por unos momentos sentí lastima por ella. Pero lo ocurrido en mi infancia me atormentaba de día y de  noche necesitaba esta libertad.
 Lo que ocurrió en este casa llevo a mi hermano a suicidarse. Yo estaba presente cuando ocurrió pero no quisiera llenarme de cólera, aun no, por este terrible acontecimiento en mi familia. Él se fue por la vía fácil pero nunca intento hablar siempre estuvo callado ¿Por qué hermano mío no hablaste? ¿Por qué no hable yo antes de lo que te ocurrió? ¿Padre por qué no nos previniste de este mal que tú también tenías? Nunca encontré respuesta sencilla a estas preguntas, siempre involucraban a doña muerte.
La mire por un buen rato, ya estaba demasiado gastada por los años pero su rostro aun poseía esa mirada que me aterraba. Sus hojas se me quedaron mirando estaban pidiendo ayuda.
Me fije en la hora nuevamente, las once eran y pensé que esto tardaría un buen rato, el que se desangre una persona era lento pero bueno quería que sufriera lentamente pero no que tardara tanto. En eso llamaron a la puerta, ¿Qué persona tan imprudente sería esta que tocó? Pensé, fui a abrir, era una muchacha  pregunto sobre la abuela.
-Se encuentra la señora María.- me dijo.
-No, no se encuentra- le conteste- salió fuera de la ciudad.
- Pero cómo,- me objeto- ella nunca sale a si como si nada. Por lo general me avisa a mí para que no venga a las clases de francés.
 -Créeme muchachita, ella se fue. Solo que no sé cuándo volverá.
-Bueno, si usted lo dice.
Mas estas palabras no fueron suficiente, no me creyó. Seguí persuadiéndola de que así fue pero ella seguía sospechando, nunca me había visto; no me conocía, en verdad era muy lógico que ella  dudase de mí, se retiró pero no conforme con mi respuesta.
 Salí de la casa porque desconfiaba de esta joven. En lo que seguía a la muchacha, note que las personas nunca se habían imaginado lo que ocurría en esa casa, que su lugar de conformidad fuere perturbado por un liberador asesinato. Estando cercas de la casa de la muchacha me asome por la ventana de la cocina, ella y su madre platicaban pero no escuchaba lo que decían, la madre tomo el teléfono en eso la joven voltea hacía la ventana y yo me escondí.
Corrí lo más rápido hasta la casa de la abuela, termine algo cansado pero solo espera que nadie me haya oído correr. Llego y oí sonar el teléfono, no conteste. Solo  deje que sonara hasta que dejara de hacerlo. Pero era muy insistente.
No lo pensé solo fui al cuarto de la abuela y saque su revólver, estaba escondido en su ropero como siempre estaría en ese lugar, regrese a la sala y viendo hacía el sofá apunte pero nuevamente sonó el teléfono y yo aún no contestaba, su sonido me desesperaba. El revólver se disparó, esto alarmo a todos los vecinos.
 Fui libre por fin cuando concilie mi venganza pero acostas de la muerte de un ser humano, no me estaré engañando, acaso esto es lo que buscaba. Pero las consecuencias de lo que hice se verían más a delante.
En eso escuche voces a la lejanía por lo alarmante del disparo, gritaron: ¡Un disparo! ¡Fue un disparo! Me asome por una ventana, sin que me vieran, las personas estaban asustadas, esto me divertía mucho, varias comenzaron a reunirse para indagar de donde venía el sonido.
-Si escucharon, fue un disparo- dijo un hombre de mediana edad.
-claro, pero de dónde habrá venido- algunas personas observaban a su alrededor para ver si encontraban el lugar de procedencia del sonido.
-¿Quién podría llamar a la policía?- una mamá hablo.
-No se supone que una patrulla inspecciona esta área- dijo un señor.
-Así es pero no sé ve por ningún lado- dijo otro.
- Entonces que aremos mientras llegan- dijo una señora.
 En eso se acercó la muchacha, con su madre, que había venido a la casa con estas personas.
-Esperen,- les dijo a los vecinos- yo sé de dónde procedían esos disparos.
-Dinos entonces- dijo un anciano.
Ella apunto directo a la casa.
- Es ahí en a la casa de la señora María.
Nunca debí haber abierto esa puerta. Fue el peor error que cometí.
Ellos empezaron a acercarse. De repente vi a algunos que tenían algunas herramientas: martillos,  llaves inglesas, y uno con un bate acercándose a la casa. Cuando estaban lo suficientemente cercas alcance a escuchar a una decir- tú, vete por atrás para que no se escape- lo detuvo otro hombre que quiso acompañarlo. Entonces dispare a este grupo de hombres.
No dude en hacerlo al fin y al cabo ellos iban a venir y tendría que haberlo hecho si no fuera así me atraparían. Se espantaron por el segundo disparo, le di a uno pero aún seguía vivo lo veía moverse desde la ventana, unas señoras gritaron: ¡Llamen a la policía! ¡Llamen a la policía! Me quede mirando cómo la gente corría por todas partes, sentí un poco de risa al ver como corrían pero des pues de un rato deje de ponerles atención.
 A lo lejos se oyó la patrulla que había visto antes pero me sorprendió que nunca haya llegado pro el primer disparo, la vi estacionarse en la casa de enfrente. Los policías fueron a auxiliar al herido, algunas personas fueron con ellos, y apuntaron a mi dirección, esto me hizo estar alerta.
Baje directo al  sótano pero con mucho temor más al no tener en donde esconderme tuve que ir, cerré la puerta para que me diera algo de tiempo. En ese lugar ella poseía algunos envasados y unos machetes ya antiguos pero en este sótano solo contenía una lavadora  con varias sillas y eso se me hizo sospechoso, mi abuela siempre tenía su lavadora en el patio.
Inspeccione el lugar más detalladamente y vi que no era el sótano de mi abuela. ¿Qué es lo que hare ahora? Me dije en esos momentos en que supe que no era mi abuela, sonreí- soy en verdad un estúpido, la abuela ya había muerto- me lamente por esta señora y sentí  tristeza de mi equivocación pero hubiera deseado que ocurriera lo contrario.
 Revise el arma solo contenía una bala pero tenía el cuchillo también, tome una silla cercas de donde estaba y me senté. Por una pequeña ventana que tenía el lugar vi algunas luces de una patrulla tal vez de otra patrulla que vino a reforzar a la anterior. Deje de poner atención y solo espere a que llegaran.
 Esto no me sorprendió, en que la seguridad en estos lugares fuese rápida  ya sabía que para este tipo de gente siempre se les atendía mejor. Al fin y al cabo eran los más importantes. La gente como yo que tiene serios problemas nos tenemos que aguantar. Nunca se preocupan por nosotros, así que tendremos que arreglárnosla como podamos.
Los oficiales entraron presurosos a la casa, avisados por los vecinos de un loco que le disparaba a la gente, ellos sacaron sus armas en caso de que se les tomara por sorpresa.
 Lo primero que vieron fue el cadáver de la abuela junto a un chorro de sangre con un agujero de bala en la cabeza, fueron a inspeccionar el cuerpo que ya no tenía vida, revisaron el lugar por todas partes para encontrarme pero no aparecía, el único lugar que les faltaba era el sótano nunca imaginaron lo que se encontrarían en ese lugar.
 Derrumbaron la puerta la cual había cerrado antes, atentos los oficiales  no pudieron evitar ver mi cadáver ni yo podía evitar verlo, junto a él un revolver y un cuchillo. Tenía una bala en el pecho el cual estaba destrozado.
Los policías esperaron a que llegaran las ambulancias para que recogieran el cuerpo de la abuela y él mío, por mientras llegaba pusieron la cinta de prohibido el paso para que ninguna persona pasara a la casa. Todo el vecindario se enteró de lo ocurrido, cada persona enterada por uno que otro pajarito. Un vecino se acercó lo más que pudo a un oficial y le pregunto:
-Oficial ¿Qué ocurrió aquí?
-Disculpe señor pero no se me es permitido hablar del caso. Ningún civil tiene permitido saber lo ocurrido.
-Pero oficial, las personas del fraccionamiento necesitan saber lo ocurrido en esa casa, no ve que todo estamos asustado.
-Discúlpeme realmente señor pero no me lo permiten. Son  órdenes del comandante y según nos dijo él de los meros jefes.
Al ver que no podría tener respuesta alguna con este policía fue en busca de otro. Pero decidió implementar algo más.
-¡Oficial! Disculpe.
-Sí, ¿Qué es lo que quiere?
-Saber con certeza lo ocurrido en la casa- se le ocurrió darle algunos billetes en su chamarra.
Este policía dudo un momento, le dijo que esperara. Al regresar le dijo que un psicópata mental que se hacía llamar Óscar vino y asesino a la señora María. Según  los informes de casos similares él estuvo en varios países cometiendo crímenes similares, entre los países se encuentran Cuba, Colombia y Venezuela entre otros. Pero en este momento no se tiene ni idea el por qué se suicidó ni por qué escogió este lugar para cometer su crimen. Estos siempre viven engañando a la gente me dije  a mi mismo.
Yo estaba atento a sus palabras aun fuese solo un espíritu vago, sé que tendré mucha influencia en el futuro este acto, el cual  hice, no será ni el ultimo ni el primero pero el que puede comprenderlo entenderá  más esto ya había terminado logre lo que me había propuesto aun solo fuese una equivocación pero fue liberadora. Solo que nunca pensé que tendría precio, el de mi vida.  Pero no me iba a dejar atrapar por estos cabrones ni mucho menos por la opresión de la abuela.


jueves, 6 de noviembre de 2014

Un regalo

De repente surge en ti una sonrisa,
Y me miras con ojos pispiretos.
¿Cuál es el motivo de este presente?
Me preguntas, me vuelvo discreto.

Me abrasas y quedo sin palabras.
Tu emoción repentina nos hizo llorar,
En mi se derramaba mi alma,
En ti se manifestaban las horas.

¡Un regalo! ¡Un regalo! Gritas al cielo,
 Le miras como un gran espejo.
Aun me abrasas, nunca lo dejes de hacer.

Te miro y me llenas de alegría.
Pero mañana no hay amanecer
Para este cuerpo querida mía.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

La niña de la sonrisa azul.

Surge del poniente el escudo,
¡amarilla! 
despertando con su luz 
a la niña.
Ella saliendo del árbol mudo,
un pájaro le grita.
La niña de la sonrisa azul,
saluda con alegría.
Y el pájaro griton 
le mima,
Mas su hijo el chillón
le envidia.
La niña de la sonrisa azul,
se entristecía.
Porque el hijo Saúl
le envidia
ya que a él
no le gritan.