Aquella mañana yo había
llegado muy temprano a la escuela, era en verdad extraño que yo llegara así de
temprano a la escuela pero por el trabajo de mi mamá tuve que llegar temprano.
Lo único que me molestaba
por estar temprano en la escuela era que sabía que mi contrincante, Ángel,
estaría ahí porque siempre fue el más madrugador del salón. El lado bueno de
llegar temprano fue que pude ver a Rebeca de quien ángel y yo Esteban estábamos
enamorado.
Cuando llegue ala salón de
clases me tope a Ángel, él estaba sentado en su habitual butaca, no me digne en
dirigirle la palabra sino que lo ignore como siempre lo hacía. Fui y me senté
en mi lugar y saqué mi libro de “cuento de amor, de locura y la muerte de
Horacio Quiroga y proseguí a leerlo. No tardo mucho mi enemigo en sacar sus
propios libros.
Termine de leer el cuento
de “la gallina degollada” cuando ella
llegó. Levanto la vista y ella nos sonrió a ambos, siempre fue muy amigable con
todos. Rebeca se sentó enfrente de mí y me pregunto qué era lo que leía, yo le
dije que eran cuentos de Quiroga, me pidió el libro y vio parte de su contenido
–pensé que ella conocía a este escritor- e inspeccionaba cada parte del libro. Ella me
dijo que nunca había oído hablar de Quiroga, esta respuesta me decepciono mucho
sobre ella.
Ángel se levantó de su
lugar y le mostro a Rebeca el libro que estaba leyendo, creo que escucho su
comentario sobre el desconocimiento de Quiroga -la estará probando, pensé- algo
que siempre he sabido de Ángel era que, al igual que a mí, le encantaba la
literatura. Rebeca vio el libro de Ángel e igual que el mío lo examino
detalladamente por mi parte yo lo reconocí de inmediato eran algunos cuento de
Tolstoi. Nunca pensé que mi enemigo le gustara a ese autor. Ella dijo que
tampoco había oído hablar de Tolstoi. Ángel y yo nos quedamos impactados por su
respuesta.
-Entonces ¿Qué es lo que
lees Rebeca?- dije
- A mí me gusta…
En eso le interrumpe su
mejor amiga Ana. Ella se la lleva a fuera del salón dejándonos con la duda.
Nunca pensé que ella
desconociera a estos grandes escritores por lo visto solo tiene cara bonita
pero muy poco cerebro.
Ángel se me quedo mirando
y me dijo:
-Oye Esteban
-¿Qué pasa Ángel?
-Creo que pensamos lo
mismo que ella- me sorprendió que no le dijera por su nombre siempre lo hacía-
no sabe nada de literatura.
-Tranquilo no la juzgues
antes de tiempo
-Tienes razón pero este comienzo
no me ha gustado.
- Ni a mí pero que le podemos
hacer a ambos nos gusta, ¿No?
- Cierto por lo visto
solo es una cara bonita.
Cuando nos levantamos de las
butacas en las que estábamos sentados me percate que a Ángel se le había roto
el pantalón, no me pude aguantar la risa y el voltio diciéndome qué es lo
gracioso, le explique lo que le había pasado en su pantalón pero para mi
sorpresa el mío estaba igual. Tuvimos que ir con la trabajadora social para que
no ayudara con este problema.
En lo que íbamos con la
señora Rebeca se nos acercó pero como teníamos prisa y no queríamos que nadie
se percatara de este incidente no le pudimos responder ni hablar con ella. Así nunca
supimos que fue lo que le gustaba leer a ella ya que nos estuvo ignorando
gracias a este incidente nuestro. Pero hice un amigo.
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